En las calles de Almeria, a la noche del último día tras la recogida, el maestro Rafael López requiebra con gracia un envite para mostrar a capela unas pinceladas de las diferentes troncales de saetas.
Antiguamente la saeta era la expresión de la gente cantandole en la calle al Cristo.
Con posterioridad, los profesionales del flamenco fueron los que llevaron a las saetas a las seguiriyas, tonás y carceleras. Pero se aprende en dos días.
La labor de muchos años, junto con el Niño de las Cuevas y Antonia López. La saeta es muy difícil de cantar en la calle.